Cuando el fuego abrasa
más de lo que puede
la piel que se extingue
va como un eco por el aire
y las cenizas en la tierra
todas quietas y grises
silencian al fuego
que también se extingue.
Al fin
el dolor sea ha hecho parte
de un orden natural
una cosa habitual
algo parte de mí
y ya no me duele más.
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