jueves, 27 de diciembre de 2012


Al final, me quedan y siento las cenizas de aquí dentro, un polvillo fino que jamás se ha ido realmente de mi piel, de las pestañas, de la nariz.
Me queda grande este traje, me queda chico el espacio, y las canciones no son nuevas. De la misma soledad y aislamiento en el frío de todas las madrugadas llenando el mismo vacío hueco.
Intento explicar lo vital que es para mí compartir cuando algo cala profundo y es de índole visceral en el cuando y el cómo. Compartir. Y en el ambiente tan secundario que se vuelve, porque al compartir sólo hay la voz del otro, los movimientos, la respiración, el brillo de los ojos. Después tomar el silencio y tornarlo en algo físico. Un arrullo, un abrazo, un roce, un beso, una caricia, como para recodar que no sólo estamos hechos de dolor, fracasos, momentos tristes y sufrimiento, sino que podemos provocar una vibración real y concreta que es válida y cálida, lo que nos permitió sobrevivir desde que descansamos en el pecho de nuestras madres. Recordar que también somos indefensos ante la complejidad de la abstracción del pensamiento y volvernos pura naturaleza, junto al otro, pura intimidad. Mezclar nuestras historias, y por fin dejar de sentirnos solos y únicos, ver el reflejo de un vaivén de emociones frente a nosotros, como para quitarnos las espinas de la garganta y conocerlo, verlo ahí, enfrentarlo.
Pero pareciera que los más importantes no lo comprenden.
Cada vez es más difícil hallar estos momentos, es decir, cada vez me vuelvo más indiferente, más retraída, más resignada a la tristeza y la vejez, la inactividad y la agresión. Mientras más voy sintiendo, menos puedo comunicarlo, menos me comprenderán.Cada vez es más difícil ser feliz.
Ahora, como la tormenta ya pasó (diciéndolo en tono de "ojalá!!") el cielo no descubre al sol tan aprisa como quisiera. Estas nubes que bien las sé, incluso más que a mi propio ser, no se irán de mi pecho hasta que... Hasta que... No lo sé.


Ahora
Cuando cierro los ojos
Ya no oigo al agua correr.

sábado, 22 de diciembre de 2012

¿Ahora quién vela el fuego,
quién lo ha machacado
quién sabrá avivarlo?
No es que lo busque
entre historias y poemas
en la añoranza y los cielos.
¿Quién hace el invierno
cuando antes hubo luz
y quién me hiela los dedos
cuando afuera está el sol?
¿Quién endurece mi rostro
cuando la palabra es buena
y quién hace las lágrimas
cuando lo bello existe?
Es que me lo han arrebatado
Es que ya no está
Ya no estoy.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Esta boca no se abrirá más
encontrará alguna otra oreja
que realmente quiera escuchar

domingo, 9 de diciembre de 2012

No me diga que el sol se ve
cuando me han sacado los ojos.