Ataque de extroversión
De explosión
No tiene remedio
No hay solución en un ciclo
Inquebrantable
Ataques de fuego abierto
Sin general que los comande
Se esparce a campo traviesa
Mata a quien lo sienta
Ya es demasiado
No tiene sentido
Un libro abierto sin lector
Una vela sin insomne
La vigilia sin el sueño
Ya es demasiado
Y soy presa de mi propia explosión
No puede ser justo
Tener un duelo tan memorable
Resaltando los altos
Y ser yo misma
No es justo que vengas invitado
A quitarme el poder de quien ya no espera
Y no es justo esperar
Y aparecer cuando vuelvo la cara
La espera es un parásito.
2 comentarios:
De seguro, nadie entiende mejor:
Que la desesperanza te envuelve silenciosamente;
Que el ojo del huracán engaña para lanzarte lejos;
Que en cierto momento el volcán duerme, pero sus aguas termales dicen que aguarda explosión... aunque ni él mismo sepa cuándo;
Que la neblina no significa estar ciego y aun así hacerse difícil leer;
Que puede tenerse un libro hermoso y no mirarlo por estar encandilado;
Que los ciclos siempre dejan trigo y paja, aunque necesarios ambos para saciar la vida;
Que nada es inquebrantable, incluso el corazón;
Que remedio existe para todo, aunque aún no se hayan descubierto;
Que cuando la vela se derrite, llega la hora de descansar... pero la próxima noche se enciende una nueva y comienza otra hoja de aquel libro sagrado;
Que la explosión, tú explosión, es necesaria para que descanses en paz...;
Que todas las muertes entrañan vida;
Que las cumbres se alcanzan con valentía, firmeza, decisión y muchas caídas, sudor, sed, hambre, desilusión;
Que los altos tienen bajos, así como la lejanía tiene una cercanía;
Que el amor entraña odio y que el odio también puede transformarse en amor;
Que si en un par de imanes uno de los polos se da vuelta, la repulsión es una ley;
Que aún existen viejos tontos que quieren remover montañas;
Que las sequías generan espejismos, confusiones que pueden ser letales...
Nadie puede entenderlo mejor, que un bautizo en aguas sagradas marca el inicio de un nuevo viaje... y tarde o temprano se volverán a encontrar aquellos escarpados caminos, antiguamente unidos sin saber cómo ni cuándo...
Gracias profundas, Anónimo
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